Entrevista a Luís Martínez Santa María. Ganador del X Premio de Arquitectura de Ladrillo

El pasado 11 de diciembre de 2009 tuvo lugar la entrega de galardones del X Premio de Arquitectura con Ladrillo 2007/2009. El proyecto ganador de este Premio, fue la obra del arquitecto Luis Martínez Santa-María, “Veintisiete Viviendas de protección pública en Mocejón, Toledo.

El Jurado de este concurso, valoró la investigación sobre las diferentes texturas que permite el ladrillo empleado, y que multiplica la capacidad expresiva del material. Por otra parte se reconoce el rigor y control con que ha sido ejecutada esta obra, siendo si cabe más meritorio al tratarse de un proyecto de vivienda social, en un pequeño municipio de Toledo.

¿Cómo surgió la decisión del empleo masivo de la fábrica de ladrillo cerámico en su proyecto? ¿Qué valor principal ha considerado que aporta este material?
Al levantar un edificio con un único material se produce lo que podríamos llamar una radicalización de ese material. Se demuestra la capacidad, la lealtad, el poder del material. Es como si ese material estuviera dotado de una desconocida capacidad modelable, de una nueva plasticidad. Por otro lado, el uso de un único material ayuda a que crezca la abstracción de la obra. Aquí entiendo por abstracción, una distancia hacia lo concreto y lo mensurable. Quizá una de las energías de la arquitectura sea esa capacidad que tiene por ser abstracta, por situarse fuera de los hechos a pesar de las necesidades concretas a las que responde

En cuanto a la segunda pregunta le diría que el ladrillo, aporta entre otros muchos valores, como la facilidad de ejecución o la economía, el presentarse en piezas que tienen el tamaño de la mano, que pesan lo que una sola mano puede sostener, que se colocan con la mano. Esta relación con el cuerpo humano es especialmente importante cuando el ladrillo está colocado, como ocurre en esta obra, al alcance de la mano y de los ojos. El ladrillo interactúa misteriosamente con el cuerpo.

El aspecto exterior de la obra realizada es una muestra de las posibilidades expresivas del ladrillo ¿Con qué objetivo?
En las obras en que he utilizado ladrillo siempre he intentado que cada pieza cerámica pareciese única. He intentado acentuar las desigualdades, las impurezas, las muescas, las texturas y las variaciones de color, a fin de que los muros se convirtiesen en algo más que simples cerramientos o soportes. Creo que cualquier muro es opaco pero que también es transparente. El muro de ladrillo puede irradiar hacia fuera, con la vitalidad de su propios ladrillos, su naturaleza interior.

La utilización de juntas desordenadas entre sí desea arrebatarle al muro la característica imagen de un muro que sostiene. Como los muros de ladrillo de las plantas altas no son sustentantes me parecía importante que se notase su impostura. Es decir, expresar con esas juntas cambiantes y temblorosas la contradicción que se crea entre la capacidad de carga del ladrillo –que aquí se desprecia- y la capacidad por ser ornamento –que aquí se exagera-.

La obra ganadora, un edificio de viviendas sociales, es un ejemplo de cómo la sencillez aporta un valor añadido a una edificio de estas características. ¿Cree que con otro tipo de materiales se hubiera conseguido el mismo resultado estético?
Defiendo que cuando se trata de realizar un edificio de viviendas sociales el arquitecto no debe pretender ser demasiado original. Es necesario reconocer las limitaciones que conlleva un encargo de estas características e intentar responder -con el mayor rigor y entusiasmo- sin forzar a las viviendas a que parezcan ser lo que no pueden ser.

El ladrillo, sin embargo, no tiene por qué verse ligado más a un tipo de obras que a otro. No lo creo. Es a la arquitectura a la que le corresponde otorgar un destino – a veces sorprendente, inaudito- a un material.

¿Cómo ha logrado integrar un edificio de estas características en el entorno en el que está ubicado?
Hay una referencia lejana: el color crema claro del ladrillo y la buscada desigualdad de su textura es una muestra de respeto hacia las innumerables fábricas realizadas con ladrillos de tejar que llenan la ciudad de Toledo y con las que también te rozas al andar o al conducir por sus calles estrechas. En cuanto a Mocejón, la existencia de un parque cercano, delante del edificio, animaba también a proponer una fachada lineal, larga, en la que fuese difícil deducir el tamaño de cada vivienda. El edificio se presenta así ante el parque, con casi la misma longitud del parque, como si se tratase de una de sus vallas. Es una valla abstracta, contenta de haber perdido parte de su visibilidad.

¿Qué pueden aportar los materiales cerámicos en la arquitectura contemporánea, tanto a nivel técnico como estético? Cree que el material cerámico puede considerarse un material de futuro, a pesar de las diferentes tendencias de utilización de otros materiales?
Cuando uno ve películas de ciencia ficción de los años sesenta siempre sonríe ante la ingenuidad de los directores que creyeron que los vestidos, o los materiales del año 2000, serían todos como de aluminio. La verdad es que los materiales que están a nuestra disposición, a pesar de todos los avances que puedan producirse, son pocos y casi siempre son los mismos. Están la madera, el vidrio, la cerámica, la piedra, los metales, casi desde el principio de los tiempos de la civilización.

Los materiales están llenos de tiempo, lo representan de forma silenciosa y pacífica. Uno ve que ya no hay lucha entre los materiales y el tiempo. Yo no tengo dudas con respecto al futuro de los materiales más primitivos porque los materiales no son como los hombres: no reconocen al tiempo como conflicto. El tiempo no les roba nada. Su tiempo, su largo pasado, es por el contrario, en el mundo de significaciones al que toda obra de arquitectura aspira, un valor añadido.