“Residencial Azucarera” en Tudela (Navarra)

Sobre los terrenos de una antigua azucarera se extiende en Tudela un barrio residencial de reciente creación, encajado entre la orilla del río Ebro y las vías del ferrocarril. Lo caracterizan la baja densidad de la edificación, los espacios públicos ajardinados y ciertos restos testimoniales de la antigua industria incorporados al nuevo trazado. En este contexto se plantea la ocupación de toda una manzana con edificios de vivienda colectiva. El objetivo es armonizar la escala y la tipología con las pautas que sugiere el entorno.

El objetivo es diluir la presencia de un conjunto de edificios de cierta entidad en un entorno de construcciones de menor escala. Con tal intención se emplea un ladrillo de color claro, el modelo blanco hidrofugado de la empresa Tejería Iturralde, que resta peso al volumen. Entre los accesos y la calle se levanta una celosía blanca perimetral de ladrillo de la misma compañía, que establece un límite claro de propiedad siendo permeable al aire y las vistas veladas.

De acuerdo con el planeamiento, se disponen tres edificios lineales formando una ‘U’ abierta hacia la llegada desde el centro de la población. El retranqueo de 3 metros y el fondo de edificación de 14 metros vienen determinados por la normativa urbanística. Cada edificio cuenta con sótano, planta baja y dos alturas.

De acuerdo con el carácter abierto del entorno, y a pesar de tratarse de edificios de viviendas colectivas, se pretende acentuar la relación de estas con el exterior. Las situadas en planta baja cuentan con un patio privado en su parte posterior.

En torno a cada núcleo de comunicación se agrupan dos viviendas por cada planta, permitiendo así la doble orientación. En cada una se diferencia una zona de día, que busca, en la medida de lo posible, la luz del sur, y una zona de noche, separadas ambas por una franja que alberga el distribuidor interior, los cuartos de baño, los armarios empotrados y los conductos de instalaciones. La zona de día establece su relación con el exterior mediante una franja que, a modo de vuelo estructural, da lugar a terrazas y tendederos, que posibilitan el control solar.

El objetivo es diluir la presencia de un conjunto de edificios de cierta entidad en un entorno de construcciones de menor escala. Con tal intención se emplea un ladrillo de color claro, que resta peso al volumen, y se recurre a materiales de apariencia ligera, como la madera y el aluminio.

Entre los accesos y la calle se levanta una celosía de ladrillo perimetral que establece un límite claro de propiedad siendo permeable al aire y las vistas veladas. El espacio central de la parcela se destina a zona de recreo; cuenta con piscina, pista de pádel y recinto de juegos infantiles.

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