ACCESO A ZONA PRIVADA

Casa en el cortijo. Accésit en el IX Premio Hispalyt Arquitectura con Ladrillo

Esta vivienda unifamiliar de encargo, ubicada en la localidad de Fitero (Navarra), puede considerarse el traje a medida de la arquitectura residencial. Las necesidades del cliente y el lugar donde va a vivir son puntos de partida fundamentales, especialmente en este caso, en el que las necesidades son muy propias y el lugar presenta un carácter especial.

Uno de los objetivos fundamentales cuando toma forma un proyecto de vivienda es configurar un “lugar”, algo más que un “sitio”. En este caso, se entendió desde un primer momento que la influencia del ambiente que rodea la parcela y la manera de entender el programa de vivienda por parte de la propiedad iban de la mano. Por ello, la “misión” fue dar forma a los deseos de todos.

El programa dado se entendió inicialmente como extraño a las necesidades actuales demandadas por la mayoría de la gente. No obstante, en seguida se comprendió que quizá no fuera tan extraordinario, sino que casaba con el propio carácter del entorno. La necesidad de un patio y el trabajo en sección fueron las dos decisiones que, junto con el programa dado y el lugar, sirvieron para empezar a dar forma al proyecto. Sin embargo, no se puede entender una sin la otra.

SECUENCIA DE ESPACIOS

El patio surgió como un modo de ahorrar superficie en planta, dado el escaso presupuesto. También debe considerarse una opción para disponer esa superficie en altura, algo positivo cuando se ha visitado la vivienda que ahora ocupa el solar y se ha observado como se levanta la vista a la altura de la cubierta del monasterio, lo que permite ver los tejados del caserío y, más allá, los montes que rodean Fitero, y como se dominan las dos plazas que rodean la vivienda. Otra razón fundamental es articular el acceso a la vivienda desde una plaza exterior y casi propia, ya que esta vivienda es la única a la que se accede desde esta placita y, cuando se empezaba a estudiar el proyecto, los futuros ocupantes del mismo –un padre con sus hijos– jugaban o leían el periódico en el exterior a la sombra de los muros centenarios. De este modo, nada mejor que completar la secuencia de espacios exteriores: de la plaza grande (institucional, de acceso a la iglesia) a la placita (al abrigo de las paredes de piedra, pequeña, tranquila, transitada por paseantes y turistas ocasionales); a continuación, al patio (ya con una escala privada) y de ahí al interior.

Como se ha comentado, buscar altura era buscar luz y vistas. En una parcela tan estrecha y con tanta fachada, el trabajo en sección era fundamental. Este trabajo permite dotar a todos los espacios de un interés de luces, vistas cruzadas interiores y vistas exteriores. Un recorrido a lo largo del programa permite, desde el acceso, contemplar el patio de entrada, a cubierto hasta la puerta. La planta baja, con un espacio a doble altura, permite observar desde el interior lo que se aprecia en el exterior: la casa crece en altura y se va escalonando.

Las escaleras –un elemento fundamental en un desarrollo en altura– se colocaron en un espacio lateral, no principal, permitiendo que los tránsitos y los espacios desde donde mirar tomen el protagonismo. La planta primera mira al patio y a la plaza exterior. La segunda, con el complemento de la terraza, permite disfrutar de vistas intermedias, al patio, a la plaza y a la propia vivienda. Por último, la tercera planta es el colofón de las vistas, en el que se suman las anteriores pero también permite dominar la plaza grande y el paisaje, tanto monumental como rural.

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