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Instituto de Educación Secundaria Lluis Rutllant en Gelida (Barcelona)

El Instituto de Educación Secundaria Lluis Rutllant se encuentra ubicado en la localidad de Gelida, una pequeña población situada a 25km. al sur de Barcelona, aferrada a la ladera norte de un monte boscoso y enfrentada al macizo de Montserrat.

En plena expansión urbana, la mancha edificada ha ido descendiendo hacia el valle hasta encontrarse con un accidente geográfico  artificial: la autopista AP-7 Barcelona-Madrid. El rumor sordo y penetrante que produce su continuo tránsito rodado, veinticuatro horas al día, trescientos sesenta y cinco días al año, contrasta con el bucólico panorama que desde el solar, proporcionado para la construcción de el I.E.S. de nueva planta, se divisa: el valle, la cuenca del río Anoia y, al fondo, la montaña sagrada catalana.

La proximidad a la autopista obliga a aislar la zona docente de este ruido de fondo, sin por ello dejar de orientar el edificio hacia el valle. El importante volumen a construir – más de 3000m2 en planta – debe adecuarse al paisaje en que se inserta. Para ello se ha optado por empotrar el edificio en la ladera, reduciendo su volumen aparente y aterrazando con muros los espacios exteriores de juegos y deportes, reduciendo en lo posible la ejecución de muros de contención y el movimiento de tierras en un solar muy difícil por su fuerte pendiente, a contrasol y en un terreno de arcillas expansivas.

Adosando el edificio a la alineación de la calle, única de acceso, situando la mayor parte del programa bajo su rasante y excavando en el volumen resultante unos patios a los que orientaremos las aulas, dotándolas de iluminación y ventilación cruzadas, recuperaremos la tranquilidad de uso imprescindible para la labor de aprendizaje.

Fachadas de cerámica cocida

En este entorno el equipo de arquitectos se ha decantado por la cerámica cocida como único material de fachada, por su capacidad para mimetizarse en el paisaje; seleccionando cuidadosamente su color, textura, dimensión y forma se eligió el ladrillo cara vista hidrofugado color beige, de 28x13,5x12 cm. y con llaga.

El material debía proporcionar, a un tiempo, las soluciones formales y constructivas del edificio. Visible desde distancias diversas, éste debía integrarse en el paisaje, el entorno y el solar.

  • En el paisaje, desde el valle, el edificio es un conjunto monocromático de color similar al terreno que le rodea.
     
  • A media distancia, al aproximarse, es una masa monolítica en la que se descubre el material: la cerámica cocida.
     
  • A corta distancia, el ladrillo se percibe como estructura y cerramiento al mismo tiempo. Ello es debido a la incisión vertical – la llaga – que el cara vista tiene en su centro con lo que la percepción en proximidad es de cuadrados cerámicos, teselas, que hacen abstracto el frente de fachada. Aún más cerca, la textura, ligeramente rugosa, da un último sentido a la obra.

Constructivamente, al envolver totalmente al edificio y estar la cara más larga al no

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