El cerramiento se construye desde dentro hacia afuera. Primero se realiza la hoja interior, apoyada en la estructura, así como los premarcos de los huecos. A continuación se coloca el aislamiento térmico que envolverá al edificio, quedando protegidos también los elementos estructurales. Solo las llaves de fijación de la hoja exterior deben asomar a través del material aislante.
Por último se ejecuta la hoja exterior, evitando la caída de mortero en el interior de la cámara.
En
la construcción de la hoja exterior debe tenerse en cuenta su alta exposición
a las variaciones térmicas, pudiendo llegar a sufrir diferencias de 50°C.
Por ello dicha hoja no debe tener ninguna conexión rígida con
el edificio, y se construirá con las juntas necesarias para asegurar
que se deforma libremente sin fisurarse. Cada situación y cada edificio
requerirá un estudio concreto de las juntas, pero como recomendación
general la distancia no sobrepasará los 15 m en climas continentales
y 25 m en climas marítimos, con un espesor comprendido entre 10 y 20
mm (ver "Juntas de movimiento").
La hoja exterior tendrá una altura máxima limitada por su propia estabilidad, aproximadamente 11 m. En edificios que superen esta altura, la hoja se deberá apoyar en el forjado inferior cada una, dos o tres plantas. Bajo cada apoyo debe garantizarse la libertad de la hoja exterior, es decir, en ningún caso el apoyo debe cargar en la hoja inferior. Existirá una junta horizontal que impedirá que cualquier deformación del apoyo pueda ponerlo en contacto con la hoja inferior. Por este motivo se recomienda ejecutar primero las hojas de la planta mas alta del edificio, luego las de la planta inferior a ésta y así descendiendo hasta la planta más baja.
Existe la posibilidad de construir la hoja exterior continua en toda la altura del edificio utilizando llaves que deslizan sobre unas guías solidarias con la estructura, siendo necesario en este caso reforzar la fachada con armaduras en los tendeles.